Era
enorme. La sala de ordenadores era una gran mesa blanca rectangular repleta de
ordenadores portátiles. Lara me enseño todas las habitaciones y me llevo a la
mía, en mi habitación había un gran vestidor y estaba repleto de ropa y demás.
-Es
cosa de Alice, tranquilo, nos lo hace a todos, no le podemos parar los pies a
ese duendecillo.- dijo Lara al ver la cara que puse.
Mi
habitación estaba decorada en tonos blancos y negros con diseños florales. En
la casa predominaba los colores blancos, dorados, grises y marrón tierra.
Estaba cansado, por lo que decidí que lo mejor para
relajarme era darme una ducha.
Cogí un chándal de color gris y una camiseta roja de manga
corta del vestidor y me dirigí al enorme baño de color marrón.
Cuando estaba terminando de ducharme alguien llamo a la
puerta, por lo que termine lo más rápido posible.
-Carlos- escuche llamarme una voz femenina desde la puerta
del baño. Supuse que era Lara.
- Un momento- Dije mientras me anudaba una toalla a la
cintura y abría la puerta.
Ella me recorrió con la mirada de arriba a abajo mientras
se mordía el labio inferior.
- Han llegado mis padres y quieren conocerte, vístete.
- Pero... No estaba de viaje.
- Si, pero han vuelto antes de lo previsto.
- Y ¿que me pongo? Porque esto no me sirve- le dije
señalando el chándal.
No sabía muy bien que ponerme y quería caerles bien a sus
padres.
- Ven-dijo mientras me arrastraba a mi habitación y me
llevaba hacia el gran vestidor.
Me tendió una camiseta de color gris, una sudadera de color
azul claro que conjuntaba con el color de mis ojos y unos vaqueros.
- Bueno, vístete, te espero en tu habitación… Uf, que raro
suena eso.- dijo y fui al cuarto de baño a vestirme. Intente tardar lo menos
posible y me dirigí a mi habitación.
-¿Qué tal estoy?
-Perfecto… ¿Vamos?- me dijo mientras me tendía la mano.
-No hasta que me des un beso.
-Esta bien- Dijo antes de colocar sus labios sobre los
míos, cuando termino le di la mano y bajamos al salón.
Allí estaban sentados ellos, en uno de los sillones negros
del salón. Lara me agarro más fuerte de la mano para darme fuerzas.
-Mama, Papa, este es Carlos… Mi novio- Dijo Lara.
-Oh, Carlos, por fin mi hija es feliz y eso es gracias a
ti- Dijo la madre de Lara mientras me daba un tierno abrazo.
-¡Mama!- se quejo Lara.
-Ahora eres parte de nuestra familia- dijo haciendo caso
omiso a lo que había dicho su hija. Era tan amable, tierna… no había un
adjetivo correcto para describirla.
El padre de Lara no
estaba tan “amable” como su madre.
-Es un placer conocerte, Carlos. Espero que tu no le hagas
daño a mi niña.- dijo mientras me estrechaba la mano.
-Nunca le haría daño, señor.- le dije para que quedara
claro que nunca le haría nada que la hiriera, jamás se me ocurriría.
-Por favor, llámame Nahuel… Bueno, que ¿Te ha gustado el
coche?- me pregunto mientras nos dirigíamos al sofá y nos sentábamos de nuevo.
-Si, aunque no hacia falta que me comprarais nada.
-Paparruchas, eso no ha sido nada para mi economía.- Dijo
sabiendo que me refería al dinero, seguro que Lara le contó algo.
-Hijo- Me dijo mi madre desde la cocina, supuse que para
que no discutiera más sobre “dinero”. No me había dado cuenta de su presencia,
estaba tan nervioso de caerles bien a sus padres.
-Lara aun no me ha dejado conducirlo, por lo que no se si
va bien- le dije.
-A si es mi hija, le encantan los coches- Dijo Nahuel.
-Carlos, quieres que demos un paseo por el jardín.- me dijo
Lara aunque mas bien era una afirmación en vez de una pregunta.
-Claro.
Cuando salimos por el gran ventanal, que daba al jardín,
Lara me cogío de la mano y me dijo:
-Le has caído bien a los dos, nunca hubiera imaginado que
te recibirían así.
-Lara tengo que preguntarte algo- le dije recordando lo que
me había dicho su padre.
-¿Qué?
-¿Quién te hizo daño? Por la reacción de tu padre, se ve
que te han hecho mucho daño.
-Es una larga historia, ya te lo contare mas adelante,
cuando este preparada.
La abrace y la bese para que se sintiera mejor. Esperaría a
que ella estuviera segura para contármelo, de eso estaba seguro.