Entre en el hotel, este no era muy lujoso, llegue a recepción y pedí la llave de mi habitación. Subí a ella por el ascensor junto al botones. La habitación estaba decorada en tonos blancos, beige y dorados. A ambos lados de ella había unas puertas de madera con cristales, que se podían correr. Antes de seguir viendo la habitación le di cinco euros al chico que me subió las maletas. Decidí entrar en la puerta de mi derecha. Allí en el medio había una cama de matrimonio y a los pies de esta había una cajonera en color haya que no sobrepasaba la altura de la cama. La colcha era en tonos dorados y beiges. El varal era de forja blanca con flores a los lados. Había unas mesillas del mismo color de la cómoda. A un lado de la habitación había un armario empotrado y al otro lado estaba el cuarto de baño, era todo de color blanco, había un plato de ducha medio cerrado por cristaleras de cristal.
Volví al comedor y me dirigí hacia la otra puerta, del fondo de la pared colgaba una televisión y encima de esta había un cuadro de un hermoso amanecer. Un sofá dorado, una mesita rectangular con las esquinas redondeadas, era de color cedro algo que no se parecía en nada a toda la decoración de la habitación. Me dirigí al comedor allí había tres sillones blancos en forma de u, en medio de estos había una mesa baja de madera con seis recuadros de cristal. Al lado de la televisión se abría una gran puerta de cristal recubierta por unas cortinas blancas que daba al balcón. Al ver las vistas de Londres durante la noche lo recordé. Fui al dormitorio y le di al botón donde ponía recepción.
-¿Me podrían conseguir mapas de todos los bosques de Londres?- L e pregunte al recepcionista por el teléfono de mi habitación.
-Claro- me contestó y colgó.
Me tire derecho a la cama, pero no sin antes llamar a mi madre y decirle que todo había salido bien, ella estaba muy preocupada y me regaño por no haberla llamado antes.
Cuando termine de hablar con ella me fui al baño y me di una ducha, después me acosté.
Estaba nublado cuando desperté, por lo que decidí quedarme en la habitación trazando las mejores rutas en los mapas.
Llame a recepción, pregunte por mis mapas y les dije que me trajeran el desayuno.
Mientras me traían el desayuno empecé a desempaquetar toda mi ropa y demás. Cuando empecé a buscar mis utensilios de montaña escuche unos golpes en la puerta. Fui a abrir.
-¡Hola!- me dijo-¿Qué haces aquí?
-Es el hotel en el que me hospedo, ¿recuerdas?- le dije con mi sonrisa burlona.
- Bueno aquí tienes tus mapas y tu desayuno- me dijo con una media sonrisa.
- gracias, ¿quieres pasar?
-No, pero gracias, tengo que seguir repartiendo desayunos por las habitaciones. ¿Pero si quieres podemos quedar luego y te enseño la ciudad?
- Me parece genial. Cuando esta nublado no me gusta ir al bosque, nunca sabes lo que puede pasar- le dije y ella se rió.
- te llamo, vale- me dio un beso en la mejilla y se fue.
Me dirigí hacia el gran salón para trazar las mejores rutas en los mapas. Cuando termine decidí llamar a Lara.
No se que me ocurría era como si la necesitase para sobrevivir, era algo extraño, algo que nunca había sentido por nadie antes.
Quedamos a las diez de la noche en el recibidor del hotel. No se que me proponía pero iba a ser una de mis mejores noches e iba a hacer que fuera perfecta y que Lara volviera a creer en el amor.
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